El Cajón Desastre de la Mente

Hoy voy a hablar de un tema que nos afecta a todos en mayor o menor medida, y es que al día tomamos cientos y cientos de decisiones, hacer o no hacer algo,   ir aquí o allá, etc. Éstas son insignificantes al fin y al cabo y seguramente no tengan (o sí) una gran   repercusión en nuestra vida a medio o largo plazo. En esta entrada voy a describir cómo es el proceso de toma de   decisiones, normalmente se usa para el ámbito empresarial pero a nivel personal es aplicable en algunos casos. Este proceso se basa en seis sencillos pasos: 1. Definir el problema : como es lógico para solucionar algo tenemos que tener claro qué queremos solucionar. Para ello definiremos el problema que tengamos con gran lujo de detalle para poder encaminarnos correctamente a la solución del mismo. 2. Analizar el problema: aquí nos detendremos un tiempo para evaluar el contratiempo que tengamos, si no lo analizamos bien en su conjunto podemos encaminarnos hacia el error escogiendo una mala solución. 3

La Responsabilidad Social Corporativa puede definirse como todo aquello realizado por la empresa más allá de lo exigido por la ley voluntariamente, con el fin de mejorar su entorno y a la sociedad en su   conjunto mediante el concepto de sostenibilidad . Especialmente se pretende “contentar” a los Stakeholders   (grupos de interés de la organización) estos pueden ser clientes, trabajadores, proveedores, gobiernos, staff técnico, etc. La RSE se divide en tres grandes partes: social, económica y medioambiental. En la intersección de estos tres bloques se puede decir que está la intervención perfecta, aunque lógicamente se puede actuar en unas   de las partes solamente.  Otra cuestión importante es que la implantación de la RSC debe incluir a la totalidad de la organización comprendiendo todas sus áreas funcionales, de tal modo que se genera valor añadió a la actividad de la empresa. Muchas empresas intentan encubrir la RSC cuando en   realidad no lo es, recuerdo un caso mu

Hoy   voy a escribir sobre un tema un poco espinoso, se trata de la discapacidad y las diferentes nomenclaturas que se han dado a lo largo de la historia. Está claro que todos creemos en   la igualdad de derechos y de oportunidades, pero no deja de ser menos cierto que si nos empeñamos en buscar un nombre específico   (sea lo que sea), es por algo y porque   tiene algo de diferente al resto. En mi opinión, no hay nada de malo en esto puesto que la sociedad de hoy en día, o gran parte de ella, tiende a crear una sociedad multicultural dónde todo el mundo debería tener sitio en cualquier lado. No es menos cierto, que hay formas de dirigirse a las personas con diversidad funcional que hacen daño a los oídos pero en el contexto histórico donde se acuñó era   “lo correcto” dirigirse así a estas personas. Como es el ejemplo de “subnormal”, palabra que me produce escozor nada más oírla de lejos y que hoy en día todavía se utiliza sobretodo en adolescentes para meterse unos con

Buenas a todos. Hoy voy a hablar de un tema de rigurosa actualidad en los últimos años por culpa de la crisis económica que nos afecta desde el año 2008. Primero explicar, por si alguien no lo sabe, que las pensiones se pagan gracias a las cotizaciones de los trabajadores y en proporción a su sueldo, por consiguiente, cuanta más gente haya trabajando con un sueldo digno y un empleo estable, más recaudará la seguridad social para poder pagar las pensiones de desempleo, jubilación, invalidez, orfandad, maternidad y pensiones no contributivas. Según las estadísticas, antes del 2008 por cada pensionista habían alrededor de siete trabajadores, en cambio, a día de hoy los números se reducen a dos trabajadores por cada un pensionista. Eso unido al envejecimiento de la población, al empleo precario y al éxodo de   jóvenes cualificados al extranjero hace insostenible el sistema de pensiones. Si queremos salvar el sistemas de pensiones debemos estudiar nuevos mecanismos para fin